Zona Chica

* Revolución

Por Hugo Lynn Almada

Hace un siglo, un grupo de mexicanos se unieron en bola para dar un giro radical a la política del gobierno mexicano. El País se llenaba de pobres y desplazados y un grupo minoritario concentraba la riqueza nacional.

Dos líderes le dieron sentido al clamor generalizado de un pueblo cada día más agraviado. Francisco I. Madero le dio sustento ideológico a la Revolución, y Emiliano Zapata le dio rumbo  táctico. A ellos habría de sumarse Doroteo Arango, un líder norteño mejor conocido como Pancho Villa que aprovechó su gran carisma y dotes de general para hacerse de un batallón de guerreros integrados en la División del Norte.

Zapata desde el Sur, Villa desde el norte, Madero en el centro con ideario esclarecido, hicieron en México la primera revolución del Siglo 20, nuestra Revolución Mexicana.

Hoy, los ideales revolucionarios parecen estar más circunscritos a la historia que a la realidad. El sufragio efectivo es vulnerado cada vez que los gobernantes hacen uso de los recursos públicos para promover a sus partidos, queda violado por cada persona que compra  votos a cambio de mendrugos, o que participa en el sucio juego del acarreo de votantes, el robo de urnas y demás argucias mapachísticas.

La tierra y libertad solo existe en los libros de texto; en el campo no hay tierra que repartir y sí muchos campesinos trabajando al servicio de grandes trasnacionales que literalmente los mantienen en condiciones de esclavitud, sin libertad.

Los pobres se cuentan por decenas de millones y la riqueza nacional se concentra en las manos de un reducido grupo de adinerados empresarios y políticos al servicio de los primeros.

Los gobiernos postrevolucionarios le fallaron a Zapata, Madero y Villa cuando asesinaron a sus estudiantes y cuando encarcelaron a sus opositores por el simple hecho de manifestar sus ideas. La Revolución se murió cuando el gobierno acalló a balazos a la prensa libre de los sesentas y setentas, y a la que amedrentan hoy con la amenaza de retirarles subsidios oficiales.

Los herederos de la revolución, los que usan la bandera nacional como estandarte político, son los que durante décadas se abrogaron el gobierno, y los que no han permitido que la democracia llegue del todo a nuestra Nación.

Debemos celebrar a los apóstoles revolucionarios por lo que hicieron, pero reconocer que sus beneficiarios dilapidaron la fortuna que les heredaron.

MANCHÓN PENAL

No tienen llenadera. Ahora los herederos de la revolución harán lo que sea necesario para retomar el poder, aunque tengan que vendernos una historia de telenovela.

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