*“El Estado mexicano ha puesto de rodillas a Joaquín Guzmán”, dice en entrevista con Crónica su abogado José Refugio Rodríguez…
“El Estado mexicano ha puesto de rodillas a Joaquín Guzmán”, dice en entrevista con Crónica su abogado José Refugio Rodríguez…
“En su desesperación no le ha quedado otra que pedir se acelere el proceso de extradición a Estados Unidos. Es como la persona que se anda ahogando y que busca un salvavidas, cualquier objeto de donde asirse para salir del agua y evitar la muerte”.
El defensor se reunió el martes durante 30 minutos con El Chapo, en los locutorios del penal del Altiplano: describe al hombre que vio: enfermo, desplomado… Y confirma lo que esté diario adelantó desde el 15 de enero pasado: Guzmán ve con buenos ojos su traslado a la unión americana, aunque ahora con mayor urgencia, por las actuales condiciones de reclusión en nuestro país. “Hay que negociar lo más pronto posible con los gringos”, su petición.
—¿Cómo describe al hombre con quien habló? -se le pregunta.
—Agobiado por el trato cruel e inhumado que vive, desesperado, enfermo, sin fortaleza física. Y en su desesperación pidió que buscáramos ya un arreglo con el gobierno de Estados Unidos.
—¿Renunciar a toda la defensa en México?
—La defensa aquí seguirá con fuerza mientras no tengamos un respaldo allá, el pedimento fue que viéramos ya la forma de cómo llegar a un arreglo con los norteamericanos.
—¿Y qué sigue entonces?
—Lo primero es tener un abogado allá. El próximo lunes veré de nuevo a Joaquín y esperamos tener algo concreto. Hay algunas opciones pero debo entrevistarme con la esposa (Emma Coronel) y elegir al mejor. De manera paralela continuáremos defendiendo su integridad física y mental. Daremos la lucha por todos los frentes. De arranque vamos a presentar una queja ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, mi cliente ya lo autorizó.
—¿Y William Stuttgart, el abogado que desde hace varios meses sondeaba el asunto en EU?
—Él conoce todos los casos que tiene Joaquín allá, todos los procesos en su contra, pero oficialmente no es su abogado, no hay ningún compromiso con él. Tengo que verificar con la señora quién más puede ser, porque ha habido acercamiento de otras personas.
—¿El Chapo es un hombre cotizado entre los abogados de allá?
—Sí, pero el abogado que lleve la defensa debe apoyarse de más defensores. No puede ser un trabajo solitario, sino en equipo. Cuando se elija a uno, se abrirá una puerta con las autoridades estadunidenses para llegar a un convenio.
—¿Por qué usa la palabra “enfermo”?
—Porque desde su ingreso a prisión no lo han dejado dormir, tiene la presión arterial muy alta y eso le ha provocado intensos dolores de cabeza, oído y ojos.
—¿Y no le dan medicamento?
—Tres veces al día, pero el medicamento tiene un efecto de tres horas en el que las molestias cesan y luego vuelven los dolores. Una persona sin dormir y con la presión tan alta puede sufrir un paro cardiaco o una embolia cerebral. Su salud se va minando y puede haber consecuencias fatales.
—¿Está en peligro su vida?
—Estoy muy preocupado por su vida, he visto cómo se ha estado desplomando en lo físico y en el estado de ánimo.
—¿En qué nota su merma física?
—Lo veo más delgado, más demacrado, su color de piel amarillenta y pálida, sus ojos turbios, una mirada desencajada. Dice que ya no soporta la situación que está viviendo. Ya no puedo más, me dijo. Lo único que desea es que lo dejen dormir, pues todo el día lo están vigilando y a cada rato lo despiertan para saber si sigue ahí, como si su alma pudiera escaparse.
—¿Sigue la rotación de celdas?
—No me lo comentó, sé que lo tienen segregado, aislado de los demás y limitado en visitas de familia y abogados. Eso de que nos den una entrevista cada semana por 30 minutos y rodeado de guardias violenta sus derechos humanos. El artículo 18 constitucional en su último párrafo, invocado por las autoridades para justificar su actitud arbitraria, establece que sí se le pueden restringir comunicaciones, pero no con su defensor.
—¿Qué pasaría si le pasa algo, si enferma de gravedad o muere?
—Hay una conducta dolosa en la que serían responsables desde el comisionado que ha aceptado aplicar un protocolo especial y ha defendido la legalidad del trato inhumano hasta los jefes penitenciarios. E iríamos contra ellos. Ha sido una conducta dolosa, intencional y por supuesto que saben cuáles pueden ser las consecuencias.