Riviera Nayarit, donde las ballenas dejan huella

Todos los años, entre diciembre y marzo, se abre la temporada oficial de avistamiento de ballena jorobada en este destino. Este 2010, los cetáceos ya comenzaron a arribar

Marco aguza la mirada y luego señala una superficie en extremo lisa, con la forma de un pie gigante. «Ahí está la huella», señala. Podría ser la de un Yeti, sólo que la marca se observa en la superficie del mar, en las aguas de Bahía de Banderas. Quienes van a bordo del velero Isis, saben muy bien lo que están a punto de presenciar y no pueden con la exaltación.

Lo han estado buscando por más de dos horas sin suerte. Hay un silencio casi sepulcral en la embarcación. De pronto asoma el lomo de un pequeño ballenato, en seguida el de la madre. Un suspiro general antecede a las exclamaciones.

Cada año Riviera Nayarit es visitado por uno de los mamíferos más grandes del mundo, la ballena jorobada, que brinda un espectáculo sobrecogedor a quienes tienen la oportunidad de disfrutarlo.

La temporada oficial para su avistamiento este 2011 comienza el 8 de diciembre próximo y culmina el 23 de marzo. La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) ha adelantado que en la región se otorgarán 200 permisos para el servicio de avistamiento a igual número de embarcaciones, cuyas tripulaciones han sido capacitadas para lograr la mejor experiencia sin afectar a los cetáceos y su vida silvestre.

Para el navegante experto como Marco, el avistamiento de ballenas jorobadas es mucho más que una afición. Por eso el capitán de Isis se ha acostumbrado a seguir su huella y no en un sentido figurado, sino como el más avezado de los cazadores de a pie. «Pero aquí lo que se disparan son cámaras fotográficas», dice sonriendo.

Las jorobadas ya comenzaron a llegar, Marco lo sabe y aunque por ahora el tour que da es a Las Marietas, no desaprovecha la oportunidad para mostrar a los turistas a esta pareja que ya pasea por la bahía de banderas. Él simplemente siguió la huella.

Cuando una ballena nada en lo profundo, el movimiento de su cola provoca turbulencias que apaciguan el oleaje en la superficie. Es entonces cuando se produce esa planicie casi perfecta. «La huella se va apareciendo, aquí primero luego allá adelante, luego un poco más a la derecha; así pues uno va siguiendo a la ballena, para donde se mueva, hasta que sale a respirar. Es cuestión sólo de paciencia», dice Marco.

En Riviera Nayarit no obstante, los puntos donde se puede disfrutar de su presencia son incontables, desde San Blas hasta Nuevo Vallarta, algunas veces desde la orilla de la playa y otras tantas siguiendolas desde una embarcación autorizada.

En San Blas y Rincón de Guayabitos es más común encontrar grupos de ballenas jóvenes, disputando una hembra, dando espectaculares saltos para impresionarla, chocando sus cuerpos. En la Bahía de Banderas, madres y crías, unas enseñando a las otras a sumergirse, protegiéndolas.

El oficio de Marco es nuevo, se puede decir, porque aunque para la región el avistamiento de las ballenas es tan antiguo como su historia, la actividad como una industria para el turismo no data ni de quince años atrás.

«Antes los paseos en barco eran pura fiesta y borrachera. Sí las veíamos, las veíamos desde siempre y siempre han sido un gran espectáculo, pero es hasta hace poco que se han convertido en el motivo de un paseo turístico», dice Marco.

No se equivoca. El espectáculo ha sido hermoso siempre, particularmente dentro de las aguas de Bahía de Banderas, que en algún momento hacia los siglos XVI y XVII, durante la época de La Colonia, fue conocida como la Bahía del Jorobado, justamente por la gran cantidad de ballenas de esta especie que la visitan durante el invierno.

No sólo la ballena jorobada visita la bahía, ocasionalmente se encuentran por aquí ballenas grises y el principal depredador de las jorobadas, la orca, con un poco de mayor frecuencia. En un viaje con mucha suerte se pueden observar las tres especies.

El premio por fin llega: la madre da dos coletazos, luego desaparece por varios minutos. Marco aprieta los labios, se calla aunque es el único que sabe lo que está a punto de suceder. La madre se sumergió en busca de impulso, de pronto, salta y el espectáculo ha quedado completo.