La plataforma satelital permitirá estudiar la contaminación atmosférica y obtener imágenes satelitales para investigaciones científicas
TECNOLOGÍA. Las plataformas estarán integradas con microsatélites que contengan instrumentos de investigación.
Científicos de la UNAM perfeccionan un proyecto aeroespacial de largo plazo, que permitirá estudiar la contaminación atmosférica y obtener imágenes satelitales para usos diversos, como el estudio de áreas forestales y la distribución urbana, entre otras aplicaciones.
Saúl Santillán Gutiérrez, coordinador del Centro de Alta Tecnología de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), campus Juriquilla, Querétaro, dio a conocer los avances.
Explicó que el proyecto «Cóndor» , en el que se trabaja con el Instituto de Aviación de Moscú, pretende desarrollar plataformas satelitales integradas con instrumentos de investigación para la ionósfera y la toma de imágenes de la Tierra.
Actualmente está conformado un núcleo de especialistas preparados en Rusia, a fin de crear un grupo de desarrollo tecnológico en ingeniería espacial, por lo que el proyecto ha servido para la formación de expertos que se incorporarán a la planta académica de la UNAM.
El objetivo, detalló en un comunicado, es operar sistemas de percepción remota para obtener fotografías del territorio nacional y verificar una teoría sobre el monitoreo de la ionósfera y sus posibles efectos sobre el clima y las comunicaciones.
«Cóndor» forma parte de la Red Universitaria del Espacio y también colabora con la Agencia Espacial Mexicana para fomentar la ciencia y tecnología espaciales.
Santillán Gutiérrez destacó que México participa en varias misiones espaciales y confió en que se incremente la velocidad de desarrollo de la nación en ese sector.
Algunos de los científicos mexicanos que participan en tareas de esa índole son Rafael Navarro González, miembro de la misión a Marte en busca de vida, o Gustavo Medina Tanco, integrante del Extreme Universe Space Observatory on the Japanese Experiment Module (JEM-EUSO, por su siglas en inglés) , añadió.
También está Esaú Vives, del Instituto de Ingeniería, y Jorge Prado, del Instituto de Geografía, quien ya transfirió tecnología a Vietnam.
De acuerdo con Santillán Gutiérrez, ha cambiado el paradigma para diseñar satélites, pues actualmente hay auténticos laboratorios de cinco o seis toneladas que orbitan a 600 ó 700 kilómetros de la Tierra.
Al respecto, la alternativa es desarrollar constelaciones satelitales integradas por microsatélites de 30 a 100 kilogramos de peso, así como experimentos puntuales con nanosatélites que pesen de uno a 10 kilos, que son más baratos y accesibles, abundó.
Un satélite científico de esas características puede financiarse en México y es un medio para desarrollar tecnología de punta y fomentar alianzas estratégicas internacionales, consideró.