La última señal de localización que dio Maydelith Sulem Carmona Fabián fue un 25 de diciembre por la tarde, cuando un amigo suyo le marcó y sólo se oyó que alguien colgó la llamada. Después de eso, ni el silencio.
La desaparición de la estudiante de sólo 22 años de edad cambió la vida de su madre, Reyna Favián, quien desde ese día empezó un peregrinar tocando puertas y puertas en busca de alguien que escuche su historia y pueda ayudarla.
Con los ojos cansados y rojizos, Reyna mira cada detalle de su entorno como quien buscara pistas para dar con un tesoro. Días antes caminó durante horas por las calles de la ciudad de Oaxaca —totalmente desconocidas por ella— donde su hija estudiaba la maestría.
Relata que frecuentemente se para sobre la calle J. P. García y observa cada rincón para ver si alguna persona, pared o banqueta le da señales de Maydelith, porque, según los cálculos de los amigos, ahí es donde estuvo antes de desaparecer.
Esta historia inició el 25 de diciembre del año pasado. El día anterior por la tarde, Reyna habló con su hija por última vez. “Me voy a quedar en la casa, mamá, para qué salir de noche; ya mañana me voy a Puerto Escondido con ustedes para darles el abrazo y festejar a mi abuelito”, le dijo Maydelith por teléfono a su madre, quien estaba del otro lado de la bocina en su casa en el puerto, ubicado a 290 kilómetros de la capital oaxaqueña.
Días antes se habían adelantado en ir a Puerto Escondido para festejar las fiestas decembrinas su hermana —quien también vive en la capital oaxaqueña por estudios— y el novio de Maydelith.
“Sólo faltaba ella; nada más iba a tomar un autobús el 25 por la noche para llegar el 26; pero nunca lo abordó”, cuenta su mamá.
El día de Navidad, horas antes de que supuestamente abordaría el camión foráneo, le envió un mensaje al celular para pedirle que comprara chiles de agua que usarían en la cena del abuelo en Puerto Escondido. Pero Maydelith ya no lo contestó.
“Me preocupé, pero pensé que estaría con amigos o que no oyó el celular, entonces le marqué y no contestaba, ya la preocupación me invadió desde ese momento. Luego, el día 26, cuando se suponía que llegaría, no llegó ni contestó otra vez; pude pensar que había olvidado el aparato en su casa, pero nunca llegó”.
El sobresalto llevó a Reyna a tomar un autobús a la capital de Oaxaca, una ciudad hasta entonces totalmente ajena a ella, pero que recorrió para pedir ayuda y poner una denuncia.
“Primero llegó mi otra hija a la casa que rentan en Oaxaca. Cuando la abrió vio que todo estaba en orden; incluso estaba la quincena y el aguinaldo que Maydelith ganó en la constructora donde trabaja; estaban sus credenciales, sus bolsas, su ropa”.
Maydelith, aparte de trabajar, estudiaba la maestría en Dirección de Proyectos Productivos en la Universidad José Vasconcelos, tras graduarse como contadora. “Su plan es hacer su doctorado en otro país; es muy estudiosa y le gusta lo que hace”, añade Reyna en un tono de entusiasmo. “Siempre nos manteníamos comunicadas, es muy buena niña, sabe que me mortifico estando lejos y siempre me contesta los mensajes o las llamadas que le hago”.
Tras la desaparición, su madre puso la denuncia en la Procuraduría General de Justicia del Estado, donde entregó papeles y más papeles. “Pero no me ayudan en nada, no me dicen nada; no hay avances y no quieren enseñar los videos de las cámaras en las calles, que porque no se va a ver nada. Sólo vi dos”, dice.
Además se entrevistó con todos los amigos de Maydelith; uno de ellos le contó que la última vez que la vio fue el día 25 en Plaza Bella, donde comieron y de ahí ella se fue a tomar un microbús rumbo a su casa. “Él dice que se despidieron y después él le llamó y ella le dijo que se había equivocado de microbús, pero que ya iba a tomar otro en J. P. García, y que en Bustamante tomaría un mototaxi hacia su casa; es lo último que supo. Después él le volvió a llamar y sonó como que contestaron y colgaron, y ya después no volvió a contestar”, detalla la madre.
Ardua búsqueda
Desesperada, la madre y su otra hija, de 19 años de edad, se dieron a la tarea de emprender la búsqueda con sus propios medios. Empezaron con la entrega de volantes y a colgar mantas ofreciendo recompensa a quien dé datos sobre el paradero de Maydelith.
“No descansamos ni de día ni de noche… Yo sé que voy a encontrarla; yo pido a los que la tienen que me la entreguen, yo voy a retirar mi denuncia, no les voy a hacer nada. No voy a descansar hasta poder dar con mi hija”, explica entre frases cortadas por el llanto.
Maydelith, de rasgos finos y sonrisa infantil, aparece en varias imágenes por las calles de Oaxaca y en los volantes que en una carpeta carga con esperanza la señora Reyna, quien ahora está en la ciudad de México, una urbe también desconocida para ella, a donde vino a pedir atención de las autoridades federales.
“Yo pido al gobernador Gabino Cué que realmente se ponga a trabajar; que revise mi caso, que me dé avances, ¡que haga algo!”, dice desesperada.
En Oaxaca ha recorrido más de mil veces las calles por las que anduvo su hija aquel día 25 de diciembre de 2011, cuenta.
“Me quedo viendo los lugares, pregunto a todos; nadie sabe nada. Enseño la foto, voy caminando con la foto en la mano. Reviso y veo; además es un lugar céntrico y transitado, fue a plena luz del día cuando me raptaron a mi muchacha; porque a mi niña me la raptaron, eso fue lo que ocurrió”, comenta.
Con sus propios medios, logró juntar una cantidad de dinero que ofrece a quien le dé datos. La próxima semana volverá a Oaxaca a seguir su peregrinar, dice, con la esperanza de tener resultados pronto.