Falleció el Periodista Edgar Arellano Ontiveros Director y Propietario del Periódico Express

  • Se trata del director y propietario del diario Express. Don Edgar, practicó hasta su muerte el  periodismo político duro y extremadamente crítico, ofensivo, la diatriba era su especialidad y el humor negro, ácido, su gran placer. Él sabía todos los vericuetos de este poder en Nayarit.  Su columna Cotarro Político, era lectura obligada para todos los interesados en el estado, incluidos sus enemigos. Una crítica o comentario de don Edgar en referencia a cualquier político, era motivo de análisis, de escrutinio, de interpretación entre líneas, de enojo, de risa, de indignación, sembraba la semilla de la duda. Para él ningún político nayarita  era intocable, defendía también con uñas y dientes su negocio y lo decía abiertamente a los políticos –la tinta y el papel del periódico no son de gratis, cábulas- palabras más, palabras menos.

Por Paty Aguilar

Solo platiqué con don Edgar, una vez, cuando desde Tepic, vino a visitar al contador, Héctor Paniagua Salazar, todavía no se sabía que Paniagua sería el candidato del PRI para la alcaldía de Bahía de Banderas, apenas se escuchaban rumores, se citaron en un restaurante de San Juan de Abajo donde platicaron algunos minutos, mientras el reportero Samuel Flores y yo, lo esperamos en su vehículo con su chofer.  Desde entonces, ya presentaba estragos de la enfermedad que lo aquejaba, traía un bastón para apoyarse, la diabetes cada día mermaba su salud física, más no su enjundia periodística.  Su última columna Cotarro Político, la escribió el 19 de octubre y falleció la madrugada de este sábado 30 de octubre 2010.

En ese entonces, 2008, yo pretendía participar en las elecciones internas del Partido Acción Nacional, por la candidatura de la regiduría de la demarcación de Mezcales. Él ya lo sabía, sin embargo, luego de escuchar mis ideas, mis comentarios sobre diversos temas,  se dio cuenta de inmediato que yo no servía para estas lides, no hubo necesidad de que me lo dijera directamente, en un momento dado, en el transcurso de la plática de diversos temas, entre ellos la incursión de gente nueva en la política, como yo, en sentido figurado, como él acostumbraba escribir y hablar,  comentó -la política no es para todos, es como los gatos de angora y los corrientes, los primeros no saben matar ratas, los segundos sí y gato que no mata ratas, no es gato, así es esto en la política-. Más tarde me di cuenta que tenía razón, luego de mi somera  experiencia dentro del Partido Acción Nacional, que por cierto no pienso volver a intentarlo, porque en efecto, no sirvo para eso,  supe, cuánta razón tenía el periodista nayarita por adopción, Edgar Arellano Ontiveros, quién en menos de media hora me puso en mi lugar.

Así era don Edgar, así comunicaba sus ideas, así refería lo que pensaba de los políticos viejos, nuevos e incipientes e ingenuos como yo, con metáforas, con adjetivos calificativos de toda índole, desde los más ofensivos, hasta los más enaltecedores. Escribió como le dio su gana, hizo uso de su libertad de expresión a tal grado que llegaba a los excesos, al libertinaje, por ello, fue perseguido, encarcelado, acosado, boicoteado y sufrió atentados contra su periódico y reporteros, de parte de políticos o sus simpatizantes quienes se sintieron ofendidos.

Don Edgar, practicó hasta su muerte el  periodismo político duro y extremadamente crítico, ofensivo, la diatriba era su especialidad y el humor negro, ácido, su gran placer. Él sabía todos los vericuetos de este poder en Nayarit.  Su columna Cotarro Político, era lectura obligada para todos los interesados en el estado, incluidos sus enemigos. Una crítica o comentario de don Edgar en referencia a cualquier político en su columna, era motivo de análisis, de escrutinio, de interpretación entre líneas, de enojo, de indignación, sembraba la semilla de la duda. Para él ningún político nayarita  era intocable, defendía también con uñas y dientes su negocio y lo decía abiertamente a los políticos –la tinta y el papel del periódico no son de gratis, cábulas- palabras más, palabras menos. Usaba términos poco usuales que nos obligaba a consultar el diccionario.

Hoy, con su deceso, don Edgar deja un enorme vacío en el periodismo nayarita, él se atrevió a decir y publicar lo que muchos periodistas no nos atrevemos, pero si lo pensamos. Tanía muchos fans, entre ellos, mujeres, amas de casa que coincidían con sus comentarios, porque las mujeres son las que resienten los problemas que generan los políticos cuando no trabajan como se espera y eso, don Edgar lo dejaba muy claro en sus columnas. Enfrentó con dignidad y valor, pero también con diatriba  la reacción punitiva del gobierno, con el que no encajaba,  contra su medio de comunicación, contra su persona y salió avante, desmejoró su salud, pero salió airoso, el Express se siguió publicando.

Desafortunadamente, el atentado que sufrió su periódico hace algunas semanas, desmejoró su salud física, más no su mente periodística, porque todavía pudo escribir varias columnas más, y todas en el mismo tono, nunca bajó la guardia, hasta que los estragos de su enfermedad le impidieron hacer lo que más le apasionaba; escribir en todos los tonos inimaginables, sobre la vida y obra de los políticos nayaritas.

El 18 de octubre 2010, don Edgar escribió estos párrafos en su columna, que lo pintan como un hombre leal y agradecido y que vale la pena recordar como un humilde homenaje a su trabajo periodístico:

DON ALFONSO ROBLES Cota ha sido para este periodista de los cuatro lectores, una de las escasas gentes decentes y santas con las que me ha topado en el transcurrir de mi a veces muelle y otras aciaga vida; hombre dueño de un sentido del humor que pocos tenemos; ha sido para este columnista la amistad de don Alfonso como un auténtico vaso de agua en medio del desierto más reseco del mundo, le debo tanto y él parece no notarlo, ni tan siquiera se muestra conmovido por lo que consideró era su deber hacer cuando se llegó el momento de poner en su lugar a un dipsómano desatado que me persiguió con tal saña que acabó por meterme a su cárcel, y me dio los motivos necesarios para elevar de calidad mis dicterios en contra de aquellos que se marean al ponerse los zapatos, no digamos si llegan a subirse a un ladrillo.

SIEMPRE HE SIDO FIEL admirador de los hombres que transmiten y trasminan su autoridad moral con la misma facilidad con la que diariamente sale el sol a darnos luz y calor a todos por igual, sumada a esta virtud nos encontramos con un Don Alfonso lleno de eso que les es tan negado a los políticos y a los gentiles hombres, un sentido común que lo coloca en el lugar del problema desde donde se puede empezar a despejar la solución. Años después, y merced a experiencias que han sido rebasadas por la vivencia auténtica de una vida plena, debo admitir que actualmente no sabría qué hacer si Don Alfonso no hubiera intervenido a raja tabla por mi persona, no sé qué sería de mis hijos, pues fueron tiempos oscuros que logré sortear con la ayuda del amigo, del religioso y del hombre que supo distinguir de las venganzas de alguien a quien no se le puede confiar tan siquiera un costal de víboras chirrioneras. Hoy, Don Alfonso, debo darle las gracias por sus empeños, y a su debida edad –nobleza obliga— harán lo propio mis hijos, pues el cedro, aparte de milenario, solamente puede engendrar cedros. ¡Dios lo Bendiga¡

Descanse en Paz, don Edgar Arellano Ontiveros. Ofrecemos nuestro más sentido pésame a su familia y a todos nuestros compañeros del Periódico Express; impresores, reporteros, columnistas, agentes de publicidad, distribuidores, diseñadores, personal administrativo, a todos ellos nuestro apoyo moral y solidario. Sobre todo, a nuestro colega, Samuel Flores, corresponsal del Express en Bahía de Banderas con quién me une una sincera amistad.

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