En la investigación científica se deben evitar las promesas engañosas y falsas

*Pueden ser más peligrosas que el desconocimiento mismo, señala en la UNAM, Rolf M. Zinkernagel, Premio Nobel en Medicina 1996…

Pueden ser más peligrosas que el desconocimiento mismo, señala en la UNAM, Rolf M. Zinkernagel, Premio Nobel en Medicina 1996. También recomendó a estudiantes cuestionarlo todo

Alrededor de 1983 la investigación científica prometió que en unos pocos años se desarrollaría una vacuna contra el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Al día de hoy no existe tal solución y para contrarrestar la enfermedad del sida se han buscado otros caminos como la generación de retrovirales y, de manera más importante, la educación.

Para Rolf M. Zinkernagel, Premio Nobel en Medicina 1996, este tipo de falsas promesas son más peligrosas que el desconocimiento mismo, por lo que es esencial evitarlo en el desarrollo de la ciencia y de los jóvenes científicos. El concepto es uno de varios que compartió con estudiantes de la UNAM en su conferencia “Entendiendo la inmunidad”, realizada ayer en la Facultad de Química, en conmemoración de su 100 aniversario.

“Sabemos relativamente poco sobre la naturaleza, pero dudas equivocadas y promesas engañosas pueden ser más peligrosas que no saber. Eso es muy importante porque en la ciencia y la medicina las falsas esperanzas son un desastre”, puntualizó en el auditorio de la facultad.

El investigador suizo ofreció otras recomendaciones a los estudiantes y asistentes a la conferencia, como no creer en los dogmas…, pero de la ciencia misma. “Esto es importantísimo para los estudiantes. No crean todo lo que dicen los mayores o los textos de sus libros porque muchas cosas están simplemente mal; a veces, no sabemos qué tan grave puede ser el error en los libros, por ejemplo, así que debemos encontrarlo, hacer preguntas, cuestionar los textos, exámenes, experimentos…”.

Así que, enfatizó, deben evitar caer en una equivocación común: medir correctamente los parámetros erróneos, lo cual “está muy mal” al momento de hacer ciencia. Agregó que si encuentran algo que no está bien pueden corregirlo, pero advirtió que la ciencia es muy resistente a las correcciones, incluso experimentos importantes no siempre se pueden publicar en las revistas científicas más importantes.

Otro concepto que compartió en la UAM fue el de trascender las ideas y no dejarlas en un bosquejo mental. “Tener ideas es fácil, yo tengo muchas buenas [bromeó], pero si no haces algo respecto a ellas son inútiles”. Un poco más allá, dijo, hay formas de validar la aplicación de esas ideas, por ejemplo un médico, quien tiene la ventaja de observar de manera directa los cambios al emplear éstas, así como los experimentos. “Si modificas las causas de la enfermedad o evitas lo que esté por suceder, entonces puedes saber si tuvo efecto lo que hiciste”.

JUEGO DIABÓLICO. Rolf M. Zinkernagel y Peter Doherty obtuvieron el Nobel en 1996 por sus descubrimientos sobre cómo el sistema inmune reconoce células infectadas con virus, descubrimiento que ha mejorado el entendimiento de los mecanismos generales empleados por el sistema celular inmunitario para reconocer tanto a microorganismos externos como de las propias moléculas.

De acuerdo con el Instituto Karolinska, encargado de designar a los ganadores del Nobel de Medicina, sus descubrimientos han sido de gran relevancia en la medicina, puesto que se relacionan con la búsqueda del fortalecimiento de la respuesta inmune contra la invasión de microorganismos, así como algunos tipos de cáncer, pero también en los esfuerzos por disminuir los efectos de las reacciones autoinmunes en enfermedades inflamatorias, como reumatismos, esclerosis múltiple y diabetes.

Durante su exposición en la Facultad de Química, Zinkernagel las dificultades de contrarrestar diversas enfermedades que evaden el sistema inmune, como el virus del sida, que muta todo el tiempo. Las investigaciones del Nobel han demostrado que durante la defensa del sistema inmune ante la infección de un virus, éste puede seleccionar las mutaciones que no puede reconocer el cuerpo humano. “Es un juego diabólico entre el virus y las células humanas —ha referido anteriormente— que contribuye a la cronicidad de la enfermedad. Todo mundo se defiende de todo mundo, es lo que hace la carrera de la vida en todos los sistemas biológicos”.

El científico explicó a los universitarios que en esta batalla la evolución —que ha creado las armas como las del VIH— no puede ser vencida con sus propias herramientas, como neutralizar anticuerpos y activar células T. “No lograran luchar mejor de lo que la evolución ha diseñado para pelear”.

Sin embargo, acotó, se pueden utilizar otras herramientas, como antivirales, antibióticos y educación, las cuales no han sido empleadas por la evolución. “Éstas sí pueden hacer la diferencia”.