Bahía de Banderas, botín político…

Por : Leticia Arana

Bahía de Banderas, el municipio más joven de Nayarit, – 21 años reconocido como tal y con añeja tradición priista- también el mayor por su extensión territorial y por ende el que más codicia ha despertado a las estructuras de gobierno recientes a nivel estatal, jamás imagino ser objeto de una especie de “arrebatos y pasiones” con miras a administrar su poder. El escenario reciente a cargo del alcalde priista saliente, Héctor Paniagua Salazar, protagonista principal del llamado zafarrancho badebadense y quien hasta el último minuto se negaba a trasmitir la gestión al panista, Rafael Cervantes, ahora Primer Edil en funciones, deja al descubierto su poca estatura moral y un afán desmedido por mantener una oligarquía que le dejó jugosos dividendos. Haciendo gala de un irracional abuso de poder, intentó impedir el arreglo de la plataforma oficial para que el munícipe en turno asumiera públicamente el encargo, producto de una genuina victoria electoral el pasado 3 de julio, algo que nunca pudo aceptar el grupo “paniaguista” arropado por un presunto respaldo de la cúpula tricolor nayarita.

Lo cierto es que la historia escrita en Bahía de Banderas, destaca un esquema inédito de lucha, encabezada por militantes albiazules, tras un recorrido sin mucho apoyo o falta de recursos, por las casi 25 delegaciones municipales, con un único propósito, desmembrar las influencias casi dictatoriales y sofocantes de Héctor Paniagua Salazar, luego de adjudicarse una supremacía ventajosa durante dos administraciones, la quinta y séptima respectivamente, así como el indudable manejo durante la sexta, que, por cierto, tuvo en el médico Jaime Cuevas, a un alcalde de membrete.

La queja generalizada sobre cacicazgo y prepotencia a lo largo de nueve años, evidenció durante los últimos 12 meses de la citada gestión paniaguista, el hartazgo y una deteriorada relación con la mayoría de los sectores; muchos lamentaron la cerrazón, aún cuando dijo, desde el inicio de su era, que haría un gobierno de puertas abiertas.

En ese contexto asume Rafael Cervantes el octavo ayuntamiento, después de tomar protesta oficialmente el pasado sábado 17 de septiembre, ante aproximadamente seis mil personas.

El arranque de una depuración al interior de la nueva administración municipal, como su principal tarea, obliga la realización de auditorías en casi todas las dependencias, así como la merma de una inflada burocracia local. Por otra parte el análisis de algunas iniciativas sindicales que se disputan la designación de plazas laborales a fin de asegurar – en el caso de varios funcionarios- su lugar en la nómina.

La ciudadanía reclama transparencia y un trabajo consistente en el que, según las promesas de campaña, se privilegie la inclusión de iniciativas para que Bahía deje de ser la manzana de la discordia y recapture su objetivo: ser el municipio con los estándares más altos de bienestar social. En ocasión, el ahora nuevo alcalde mencionó a esta reportera, que su principal propósito será “ gobernar sin distinciones y cerrar el trecho de las desigualdades…” así es de esperarse.