Por: Manuel Narváez Narváez
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Ahora no fue una encuesta proveniente del ejecutivo federal la que puso ritmo a las teclas, sino una traducción errónea del inglés al español, de un discurso de Janet Napolitano, la jefa de seguridad interna de los Estados Unidos de Norteamérica.
De visita por tierras aztecas, muy comunes de funcionarios chipocludos cuando ambos países coinciden en elecciones presidenciales (cada 12 años); la Napolitano refrendó en conferencia de prensa lo que se dice en temas como el narcotráfico: “Seguiremos luchando contra este flagelo”, “es una amenaza para ambos países”, “se está avanzando”, “no hay falla en este combate”; etc, etc.
El entretenimiento vino cuando la prensa destacó, a partir de un comunicado de gobernación, que la funcionaria yanqui habría dicho que el capo mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán correría la misma suerte que el terrorista Osama Bin Laden. Así duró horas la nota en las principales cabezas de los informativos, pero al filo de la media tarde se manejaba una confusión (atribuida a la traductora, claro) en la traducción, por lo que la Secretaría de Gobernación tuvo que corregir el texto de lo dicho por Janet.
La confusión se dio cuando la traducción de gobernación decía que a Guzmán Loera le pasará lo mismo que a Bin Laden, que en realidad, ya corregida, lo que Napolitano dijo es que se pasaron diez años en atrapar al terrorista árabe, y ya ven lo que pasó, -destacó-. “No quiero decir que eso mismo va a pasar con Guzmán, lo único que estoy sugiriendo es que somos persistentes cuando estamos cerca del mal que daña a ambos países”, -atajó-.
La equivocación per se, tratándose de quien viene y de donde viene, es una veta gigantesca para explotar. Sin embargo, a mi juicio percibo un ánimo de sobreexplotar el asunto, animadversión, ganas de chotear, de ridiculizar al Estado Mexicano.
Por supuesto que la delicadeza del tema amerita seriedad y sobriedad de los actores. No se puede pestañear ni un minuto y menos tratándose del capo más famoso y rico del mundo. Lo que no me explico es la falta de traductores confiables en las fuentes gubernamentales, pero tampoco entre los corresponsales extranjeros y de los medios informativos más importantes del país.
Para mí, la captura o el abatimiento de Joaquín Guzmán, de parte de los gabachos o de la nuestra, significa una fracción del enorme rompecabezas que representa la organización criminal. Si lo hacen mañana, pasado o antes del 1 de julio, será un botín político para Obama y Calderón; si lo hacen después, si es que lo hacen, será un botín de guerra estadounidense.
Soy un convencido que el flagelo del narcotráfico es parte de la agenda de Washington, sí, pero no prioritaria, porque ellos son una parte importante del problema por ser el principal consumidor y demandante de estupefacientes del mundo. Lo es de manera regional, como sí lo dijo Napolitano, y de lo que no he visto un análisis; por qué, por la simple y sencilla razón de que Obama requiere simpatías latinas para su reelección de noviembre, y sabe cuánto se aquilata en México la visita de funcionarios de alto calibre en esta temporada.
P.D. Como es temporada de caza hasta con una golondrina se hace verano. Mientras los mexicanos pagamos los platos rotos por mantener los extravagantes vicios de nuestros vecinos del norte, las sirenas siguen canturreando las mismas melodías de siempre. Que le aunque, al cabo que ya nos acostumbramos.