Por Manuel Narváez Narváez
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Twitter: @manuelnarvaez65
Con encuestas copeteadas o no, Enrique Peña Nieto se mantiene al frente de las preferencias electorales con una cómoda ventaja de dos dígitos sobre sus oponentes.
El mexiquense arrancó con fuerza la campaña electoral por la presidencia de México; al menos eso se percibe entre la opinión pública. Los spots publicitarios y su imagen en carteleras y espectaculares fueron bien cuidados por sus estrategas, y si a esto le añadimos que visiblemente no tiene broncas internas que lo distraigan, se puede decir que Peña Nieto inició bien, y aumentó la ventaja.
Los actos de proselitismo del candidato tricolor también son cuidados al extremo, como si fuera un plató de televisión en vivo. Esto le ha gustado a la población, porque la imagen “bonita” gusta y seduce.
Ahora bien, al escudriñar en las promesas de campaña del candidato priísta, encontramos que casi todas son refritos de iniciativas presentadas con antelación, de muchos años en algunas, en ambas cámaras del Congreso de la Unión.
Contrastando con la imagen que proyecta de hombre de palabra, los compromisos del aspirante no son sino el retrato de la hipocresía y el doble discurso del que echa mano el candidato presidencial, que delatan la mezquindad con la que se conduce, para negarle al país, desde hace bastante tiempo, la posibilidad de contar con reformas de fondo en diversas rubros.
Enrique Peña se adjudica la iniciativa de disminuir en 100 el número de diputados federales, cuando está descansa en la congeladora de San Lázaro desde hace años, gracias a la bancada del PRI que se ha negado una y otra vez a aprobarla.
El priísta promete que de llegar a ser presidente de México, lo cual puede ocurrir, va a crear la Secretaría Anticorrupción. Esta propuesta es ooootro refrito de la Contraloría creada en los tiempos de Ernesto Zedillo, burocracia que no disminuyó las malas mañas de los funcionarios y servidores públicos. De hecho, al momento de pasar el poder a manos del PAN, nuestro país se ubicaba en la media tabla de los países con mayores índices de corrupción. Hoy estamos tres lugares más lejos del primer lugar en transparencia.
Otra promesa de campaña del candidato que dice cumplir con sus compromisos es la de terminar con la crisis alimentaria. La verdad esta propuesta es el colmo de la burla y corona el insulto hacia un pueblo que parecer sufrir de amnesia.
No se nos olvide que en los 11 sexenios que el PRI regenteó el gobierno de la república, llevó a la pobreza extrema a más de 35 millones de personas. Lo peor del caso es que Peña no dice cómo va a resolverlo, y en el caso de no hacerlo, sería demasiado tarde para reclamarle porque ya estaría instalado cómodamente en los Pinos. Lo dado, dado.
Mientras son peras o manzanas, Josefina Vázquez Mota ha iniciado una campaña de contrates con la trayectoria personal y política de Peña Nieto, a la que éste y su equipo estratégico consideran “guerra sucia”. Sin embargo, aquí lo importante a observar la reacción del electorado, conocer si la estrategia le funciona a los panistas y reducen la amplia brecha que los separa del mexiquense, o los momios se mantienen sin despeinarle el copetito al guapito de Atlacomulco, como sucedió con las pifias cometidas durante la precampaña.
P.D. Pese a defectos, errores y palabra incumplida, Enrique Peña Nieto está haciendo las cosas para ganar la presidencia. Si llega a lograrlo, será mérito de él y su equipo. La culpa del regreso del dinosaurio a los Pinos, será del PAN y de los panistas, de nadie más,(recordando las palabras de Germán Martínez cuando Jorge Hank Ron ganó la alcaldía de Tijuana).