Por: Manuel Narváez Narváez
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Es la nación más poblada del orbe con 1 346 millones de habitantes que viven en un territorio de 9 600 000 kilómetros cuadrados, incluyendo la superficie que abarca la ex colonia británica de Hong Kong. Casi 4 veces más grande que México.
China pasó de la revolución cultural de Mao Zedong a mediados del siglo pasado y hasta su muerte en 1976, a una maquinaria económica que la coloca hoy por hoy en la segunda posición mundial. Al ritmo de crecimiento que viene sosteniendo en los últimos años, muy por encima encima del promedio de los países más desarrollados y de los llamados emergentes, el gigante asiático se convertirá en el 2016 en la primera potencia económica del planeta.
La población de China está concentrada casi en partes iguales entre la zona urbana donde residen 690 millones de personas contra 656 millones de las zonas rurales. La capital Beijing, ciudad que organizó los juegos olímpicos de 2008, cuenta actualmente con un población cercana a los 8 millones de habitantes, mientras que la ultramoderna Shanghai alcanza ya los 16 millones y medio de residentes.
El régimen político chino sigue siendo rígido, lo que coloca a la nación en la posición número 108 del ranking mundial de desarrollo humano. El respeto a las libertades políticas aún es tema que preocupa a occidente, de hecho, solo existe un partido político reconocido, el partido Comunista, fundado en 1921.
El ingreso per cápita de los trabajadores chinos apenas alcanza los 4 400 dólares anuales, una cifra baja comparada con los países en desarrollo.
Salvo Hong Kong, el ex territorio británico que volvió a ser parte de la china comunista en 1997, que sigue gozando de un régimen especial en el que sus habitantes mantienen más libertades comerciales y de movimiento hacia el exterior. El resto de sus pobladores viven bajo la severidad de gobierno civil respaldado por el poder militar.
Pese a las restricciones de libertades, en China existe una población creciente de clase media que ya rebasa los 300 millones. Hoy se puede observar cómo millones de personas en automóviles saturan las modernas autopistas del país.
La impresionante fuerza laboral de esta nación, considerada por organismos internacionales de derechos humanos como marginada por los bajos salarios y mínimas prestaciones, es en la que descansa el acelerado y voluptuoso desarrollo industrial.
Hoy, gran parte de los productos electrónicos que se venden por todo el mundo, son de manufactura china. La mayoría de transporte a través de la imponente red de comunicaciones que posee el gigante.
El gobierno de la república popular China ha destinado multimillonarios recursos en aeropuertos, puertos marítimos, flota naviera, líneas aéreas y vías ferroviarias, por donde transita el tren elevado más veloz del mundo.
El Maglev, como se denomina al tren que levita sobre rieles magnéticos, ha desarrollado velocidades de hasta 480 Km/hra; cubre la ruta entre Shanghai y Beijing en tan solo 5 horas, siete menos de las que hacían los trenes tradicionales. Esta obra de ingeniería cuyo costo de 12 mil millones de dólares, es una muestra del vigor, la potencia y la aceleración con la que crece la economía china.
El desarrollo económico de este Dragón va acompañado de un crecimiento importante en el presupuesto de defensa. Según cifras oficiales, China destina para 2012 poco más de 120 mil millones de dólares para el enorme poderío militar que posee. La cantidad equivale a una tercera parte del presupuesto de egresos de México.
Como miembro permanente del consejo de seguridad de la ONU, con poder de veto, derecho que generalmente ejerce de la mano con Rusia, el país asiático envía señales a occidente de que la conquista del primer lugar como la economía más poderosa de la faz de la tierra, hoy en manos de los Estados Unidos de Norteamérica, lleva aparejada la militar, como medida de persuasión y disuasión.
China es hoy un imperio económico y militar como lo fue hace 5 mil años.
P.D. Considerado alguna vez como el Dragón dormido bajo el régimen del líder Mao Zedong, que la llevó a una Revolución cultural; la China de hoy mantiene un gobierno inspirado en la ex Unión Soviética pero basada en una macroeconomía de libre comercio con el mundo exterior.