La impunidad y la falta de justicia han cambiado la vida de tres mujeres que comparten sus historias, su desesperación y dolor a partir de la violencia desatada por el crimen organizado.
Son tres madres que no encuentran justicia en sus estados natales, y comentan a Notimex el calvario continuo ante la amenaza de muerte hacia algún otro integrante de su familia, incluso contra ellas, por parte de organizaciones delictivas.
Gabriela Sánchez López ha sido víctima de atentados y amenazas para que deje de buscar castigo para el sujeto que violó a su hija de 13 años y que padece retraso mental.
Cuenta que por recomendación de las terapeutas llevó a su hija a que recibiera clases de música, pero ese hecho cambio su vida y, con lágrimas en el rostro, confía que fue el profesor quien abusó de la pequeña.
“Soy víctima del delito, ya que mi hija sufrió abuso sexual de su maestro de música en 2010; a este señor lo procesaron por delito de estupro y no por el de violación. Por esta razón, el profesor está libre bajo fianza”, lamentó.
Recordó que la Comisión de Derechos Humanos de Jalisco giró recomendación al procurador de Justicia, Tomás Coronado Olmos, al comprobar que se violaron las garantías individuales de la niña.
La situación se presentó porque cinco elementos del Ministerio Público no integraron bien la averiguación previa y esto provocó que el profesor no fuera consignado por estupro.
No vacila en señalar complicidad de las autoridades con el violador como la causa de las amenazas de muerte que ha recibido, por las que tuvo que trasladarse con su hija a la Ciudad de México, sin que ello aminore sus ánimos para demandar justicia.
“Ya llevo dos atentados por lo que me tuve que venir de Guadalajara. El 5 de marzo recibí una agresión y el 23 de marzo la segunda. En la primera ocasión me subieron a golpes a una camioneta”, relató.
“Presenté la denuncia y las autoridades del estado de Jalisco lograron capturar al señor que me agredió. Poco tiempo después lo dejaron libre bajo fianza, 10 días después me agarraron y me golpearon cerca de la clínica donde le dan terapia a la niña, aseveró.
“Fueron desconocidos, me agarran, me golpean y me dicen que ya le pare porque la tercera es la vencida”.
Otra historia es la que comparte Guadalupe Fernández Martínez, de Monclova, Coahuila. Su hijo José Antonio Robledo Fernández de 36 años de edad desapareció desde hace tres años, lo sigue buscando y no pierde la esperanza de encontrarlo con vida.
José Antonio es ingeniero de profesión, trabajaba para Ica Fluor en Coahuila hasta que desapareció para iniciar el calvario de Guadalupe, el 25 de enero de 2009, con un “transitar en tinieblas” tratando de tener alguna información.
De acuerdo con Guadalupe hay dos líneas de investigación: dos personas que laboraban en la empresa, que están detenidas en proceso, aunque considera que hay mucha gente más involucrada y en libertad.
“Puse mi denuncia en el estado donde es un ‘cochinero’ lo que está saliendo últimamente, cuando recién puse la primera denuncia fue con el fiscal Jesús Torres Charles”, externo.
Puntualizó que “todos los ciudadanos rechazamos ese cochinero porque no se vale que jueguen con la vida de nuestros hijos, con todo lo que vamos y contamos y lo que hemos pasado y que ellos incurran en omisión”.
Guadalupe Fernández se sumó a la organización Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (Fundec), organización que ha documentado desde 2007 más de 250 casos.
Para ella, su hijo está en manos del narcotráfico, “creo que aquí el crimen organizado invitó a participar a los empleados de Ica Flor Daniels, en Monclova, porque tenían un trabajo lícito y otro ilícito”.
Un caso más es el de Soledad Marina Carreón, originaria de Ixtapaluca, en el estado de México, donde su hijo Jesús Carreón de 26 años de edad pertenecía a una red cultural del municipio como artista grafitero.
El 7 de agosto de 2010 Jesús fue asesinado y las autoridades cerraron el caso asunto al considerar que el deceso fue por un accidente automovilístico.
“A mi hijo lo asesinaron el 7 de agosto en la autopista México-Puebla. Él iba en bicicleta y apareció su cuerpo sin vida en la carretera” señaló.
De acuerdo con las indagatorias lo atropellaron en un accidente, pero el cuerpo, a su parecer, no presentaba indicios de tal hecho “mi hijo estaba ahí con el cuerpo completo. Me dijo un representante de la procuraduría que la bicicleta estaba en el corralón.
“Fui a los corralones de Texcoco, Chalco y Amecameca, pero no encontre la bicicleta y después me salen con que la bicicleta la trae un vecino de la caseta de la autopista”.
A decir de la señora Carreón, no es la primera vez que ocurren estos hechos en la autopista, sin embargo las autoridades hacen caso omiso.
“Están matando jóvenes en la autopista porque ahí ocurren asaltos, violaciones, asesinatos y me dijeron que fue un accidente automovilístico pero estoy segura que fue asesinato porque mi hijo está completo, su ropa está íntegra. Tengo un hijo con discapacidad y usa la ropa de mi hijo que murió”.
María Guadalupe Fernández, Soledad Marina y Gabriela Sánchez, pertenecen al Movimiento por la Paz que encabeza el poeta Javier Sicilia, y se han unido a otros padres de familia que sufren este mismo dolor y han advertido que no cesarán en su lucha por encontrar a sus hijos y para alcanzar justicia para los suyos.