Un saco para todos…

Por : Leticia Arana

En este México de contubernios y acuerdos ventajosos muy peculiares en el ámbito político, es imposible dejar de repetir el hartazgo que produce el robustecido vicio de la denostación, sobre todo en la cercanía de procesos electorales. La forma en que lanzan la difamación, depende del mapa de intereses en que se inscriben sus protagonistas, sobre todo aprovechando ciertas debilidades y presunto derrape de oponentes o potenciales adversarios. Habrá que recordar aquella acusación de los panistas en voz del singular gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez , sobre la añeja costumbre tricolor de pactar con el narco, cuando a todos nos consta que éste “modus operandi encubierto”, también lo han hecho propio algunos albiazules al frente de sus gestiones. Aquí lo deplorable es que éste culposo discurso se debate en una franca crisis de credibilidad, pues se quedará muy corto en el intento por modificar la intención colectiva hacia el voto. Produce pena ajena, la situación endeble y torpe o “ intencionalmente inocente” de quienes promueven ese tipo de desgaste , frente al irónico telón de las inconsistencias e incongruencias a las que ya nos tienen acostumbrados nuestros políticos actuales. “Quien esté libre de culpa, que tire la primera piedra…” reza el dicho, algo que de ninguna manera puede aplicarse en éste país, tan estigmatizado y manipulado, vergonzosamente reconocido a nivel mundial por su alta corrupción e impunidad. La tradicional pugna partidista tanto en el Congreso, como en los cabildos municipales y el vacío de gobierno evidenciado por la gestión “emilista”, han abonado al estancamiento en varios rubros de la economía estatal, a la par de un inconforme sector empresarial. Lo cierto es que Jalisco se confirma como un ring de pasiones políticas y trampolines de cara a garantizar un poder, véase el ímpetu de nuestro gobernador, al pretender sentarse en la grande y considerarse presidenciable. Habrá quien se conforme, como lo hizo Hernán Cortés en aquélla histórica “ Noche Triste”, con sentarse a llorar y buscarle alas al fracaso por no medir las consecuencias de la improvisación y la falta de una verdadera vocación social. En tanto, sin lugar a dudas, tendremos que soportar por mucho tiempo, una interminable hilera de desaciertos y la inequidad que provoca la ausencia de una efectiva reforma judicial , la permisibilidad de los excesos y el cinismo de personajes que todavía duermen tranquilos, muy a pesar de admitir que engrosaron su patrimonio personal con dinero del erario, para muestra, el impune auditor superior del Estado, Alonso Godoy Pelayo… un auténtico pillo de cuello blanco.